Año nuevo, lecturas nuevas
5:54 PM
Uno de los primeros días de este año me reuní con un par de amigos. Al igual que en “El informe Endimión”, cuento que Augusto Monterroso escribió en homenaje a Dylan Thomas, en esa ocasión todos los presentes éramos amigos de la poesía; a diferencia del cuento no todos éramos amigos de Platón ni terminamos en Nueva York. La conversación, en un Sanborns defeño, se detuvo algún momento en comentarios sobre el autor de La República, más tarde alguien despotricó contra Kant; nada fuera de lo común.
Luego de dudar si en realidad era solo una mesera la que nos atendía, uno de mis amigos dijo: “deberías leer a Haroldo de Campos, se parece mucho a lo que tú escribes”. La transcreación, que no es otra cosa que traducir con el mismo valemadrismo por el original que los renacentistas pero de manera conciente; los temas clásicos; la complejidad, por momentos oscura, del verso del brasileño y algunas otras características con las que me identifico, o mejor dicho a las que aspiro, despertaron mi curiosidad.
A los pocos días me topé con un libro del fundador del concretismo brasileño. No dude en comprar Crisantiempo (Barcelona, Acantilado, 2006). Del penúltimo libro que el poeta-pensador, como alude el prólogo lo llamaba Jaques Derrida, me sorprendieron “oportet” —que me parece es el Ars poetica del volumen—, “ad carminem”— poema que cierra el libro con inesperado guiño erótico no carente de la complejidad característica del poeta—, “el poeta ezra pound desciende a los infiernos" —con intertexteluadidades hacia The Cantos y La Divina Comedia—, "manhattan’s buildings" —también sobre Pound—, la sección titulada “yugen: cuaderno japonés” — que es la más grande del libro— y el extenso, para la posmodernidad, poema épico “finismundo: el último viaje”.
Luego de leer a Haroldo de Campos me parece que la comparación entre su poesía y la mía es un halago inmerecido para quien escribe estas líneas. Sin embargo coincido estéticamente con de Campos en muchos aspectos, sobre todo en aquellos que emplea en el último poema que más me impresionó. “finismundo: el último viaje” retoma, al igual que en “Ulysses” de Alfred Tennyson, la historia del último viaje del rey de Itáca. El héroe de la Odisea para entonces ya está viejo y se hace a la mar pese a saber que seguramente esta ocasión el hado no lo dejará ir sin pagar por tratar de burlar su condición humana. El poema finaliza trágicamente, luego de exaltar el espíritu “hybris-propenso” de Ulises, con un “Urbano Ulises” desencantado y joycenano.
De “finismundo: el último viaje”
por Haroldo de Campos
2.
Urbano Ulises
sbrevivido al mito
(yo y Tú mi hipo-
condríaco crítico
lector) —civil
factótum (¿polúmetis?)
del azar computarizado. ¿Tu
epitafio? Margen de error: trazo
mínimo digitado
y aprisa cancelado
en liquido cristal verdefluyente.
¿Periplo?
No hay. Te espían los semáforos.
Tu fuego prometeico se resume en
en la cabeza de un fósforo —Lucifer
portátil y/o
nadería flamígera
Capitula
(cabeza fría)
tu hybris. Ni señal
de nereidas.
Penúltima — es lo máximo a que aspira
tu penuria de última
Tule. Una postal del Edén
con eso te contentas.
Azuzadas sirenas
Cortan tu corazón cotidiano.