le passé est un animal grotesque
Vida y opiniones de Eliud C. Delgado, Volumen II: diciembre, 2006 a junio, 2009

Apuntes multilingües y narraciones librescas de días volátiles,
cuyo soundtrack incluye un playlist para la certeza viajes con destino incierto
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Apuntes recobrados

1:50 PM
Tengo una palm, casi de juguete. La compré poco después de que entré a trabajar a un periódico en el 2006; se suponía que debía ayudarme a ser más organizado, pero no importa cuantos gadgets use siempre seré desordenado; aunque bien, la palm tiene otros usos. El principal, para mí, es el de diccionario y lector de e-books. También la uso para escribir. Acostumbro sacar la palm en cualquier momento y escribir una gran frase que se me acaba de ocurrir, o que acabo de leer, antes de que la olvide. Al llegar a casa copio la nota a la computadora y entonces de veras escribo. Sin embargo hay veces en que simplemente olvido hacerlo y las notas se quedan perdidas en la palm.

Ayer por la noche revisé todas las notas y aquí dejo algunas, en ocasiones escritas con la intención de ser publicadas en este blog, que recuperé.

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El lenguaje, prueba más básica y primigenia de la razón humana, articulada y consciente, sobre la que se construyeron los cimientos de la civilización al momento en que un par de humanos se reconocieron en un solo instante de igualdad en la voz del otro, contiene la guía a los rincones más sublimes e inesperados de la humanidad y al mismo tiempo la clave para destruirla

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“Las teoría literarias son redes que lanzamos para apresar aquello que llamamos ‘el mundo’: para racionalizarlo, explicarlo y dominarlo. Y tratamos de que la malla sea cada vez más fina”.

Karl Popper
La lógica de la investigación científica

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El estío se te va tras el marfil vacío, mientras escribes en su blanca asepsia la vacua épica oficial de las batallas regicidas por las urnas dudosas

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Desde el abismo.
¿Desde dónde más pueden verse nuestros fragmentos temporales transcurrir?

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Me levanté muy temprano, a pesar de que era sábado: día en que gusto de dormir hasta casi el mediodía y, en ocasiones, pasar un par de horas leyendo o escuchando música en la cama. La razón para escuchar, en ese día en especifico, con tanto gusto algo tan desagradable como un despertador en fin de semana era simple pero significativa: celebrar mi cumpleaños.
23…

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Los días fluyen sin distinción alguna, como agua que se escurre entre rendijas eméticas: claridad vertida, sin propósito, en tinieblas de abismos/coladera.

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No tengo ánimo alguno de combate…
Todos los héroes y villanos terminan petrificados.

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Sus caras sucias
entristecen las vitrinas

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“Honorarios y prohibiciones de reproducción son el origen de la ruina de la literatura”

“es como si hubiese caído una maldición sobre el dinero: todo escritor será malo en tanto escriba por dinero”

Arthur Schopenhauer

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Llevamos en la boca fragmentos de Babel

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[Este es de mis favoritos, ya no recuerdo a quién se lo escribí pero si alguien siente que le queda el saco es libre de ponérselo]

Tras un par de siglos, del romanticismo egocéntrico (que de malas era chillón floripondio y de buenas burlón lapidario) al posmo-valemadrismo, tanto Wordsworth, quien extrañaba su infancia con su hermana entre arboles y lagos, como Byron, quien no extrañaba su infancia sino los handjobs de su nana, merecen lugares —en cierta medida complementarios— dentro de diversas tradiciones poéticas. El hálito de snobismo, que servía de escudo al Wordsworth viejo, se preserva en los satélites más triviales que circundan la literatura: lecturas, presentaciones de libros y revistas, clases universitarias y, sin más remedio, la blogósfera.

Sin embargo lo nuevos bufones no son dignos herederos de la palabra sino sus despilfarradores: demuestran, con efectividad, su buen adiestramiento en el uso del arsenal retórico y teórico del siglo XX, aunque sin variantes que los hagan memorables. Sus esfuerzos sólo buscan alimentar su arrogancia y desperdician elocuencia satírica en insultillos, tan intrascendentes e innecesarios como insultos a mitad del trafico en el periférico. Más allá de la arrogancia, nada comparten ellos con Wordsworth; a pesar de ser graciosillos, les sería imposible emular la profundidad satírica de Byron… se les olvida con más facilidad que a un tal Bob Suthey.
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30/04

1:42 AM
El I Ching me dio el hexagrama del viento: traerá buena fortuna ir en cualquier dirección.


“Rhythm in all thought, and joyance every where”
Coleridge

“Come writers and critics
Who prophesize with your pen”
Bob Dylan

Hoy fue un gran día. Por la noche el viento juega con mi cabello y hace mis pasos más firmes. El viento me atraviesa, pulsa los tonos de mi voz.

La noche anterior no dormí. Estuve en vela frente a la computadora hasta ver el amanecer trepar los muros de la ciudad. La trasnochada fue fortuita, un regalo de puntual fortuna. Las noticias matutinas narraban la versión oficial de la enésima reacción a la toma y devolución de los estrados en las dos cámaras que componen el remedo mexicano de parlamento, decidí que era mejor intentar dormir; desfallecí en mi cama por un par de horas y cuando desperté seguía siendo inútil intentar creer en instituciones, democracias o revoluciones, el pan seguía dándome asco y el peje seguía siendo un pelele. No hay triunfo para nadie, todos se salieron con la suya… a medias; no existen “triunfos intermedios”, así llaman los mediocres a sus derrotas. [Nota al pie: “Come senators, congressmen/ Please heed the call/ Don't stand in the doorway/ Don't block up the hall/ For he that gets hurt/ Will be he who has stalled” Bob Dylan, otra vez.]Pero nada de eso es nuevo, al levantarme no pensaba en la política, al contrario: estaba ansioso y alegre, extraña combinación.

Preparé café, una dupla de tazas bien cargadas: granos colombianos tostados y molidos, agua purificada que la cafetera convierte en elixir mañanero. Dos tazas dobles de expreso casero para beberse en un par de tragos, avispar la mente y ahorrar lo que me costaría un Red Bull. Me di un baño, me puse los jeans de ayer y una camisa polo. Revisé las hojas que imprimí en la madrugada, hice un par de correcciones y re-imprimí algo; salí corriendo. Fue necesaria una escala en la papelería. Volví a correr, esta vez con un cigarro que daba vueltas de mi boca a mi mano. Sonreía al pensar que en algunos años no podré fumar y correr al mismo tiempo, pero los años me hacen más ameno, así que seré un viejo agradable para constratar con el adolescente insoportable que fui.

Llegué al centro en tiempo record; 40 minutos, a pesar del metro, a pesar del pesero, a pesar de que bailé por dos minutos con una botarga para así burlarme de lo ridículo que resulta mi optimismo. Llegué a tiempo, sí… pero había una gran fila. No me importó esperar. Al principio creí que sólo los artistas visuales dejaban todo al final y yo era, novato, la excepción entre los poetas. Poco a poco aparecieron otros, desde quien publica sólo en ediciones bilingües canadienses hasta los García/Platas, pasando por ganadores de Punto de partida y editores de Grijalbo-Mondadori. Terminé siendo uno de los primeros en salir. La suerte estaba echada; confío en las monedas que arrojo, aunque la competencia es fuerte.

Llegué a la Universidad a punto de convertirme en zombi, mis últimas fuerzas se fueron en dos horas de clase sobre El Bardo, en las que descubrí que sólo yo leí los apuntes de Jan Knott, que leí mal una escena de Macbeth y que tenía ganas de escuchar “The Times They Are A-Changin’”.

Después me esperaban, para terminar el día, un atardecer púrpura, un café y los labios más dulces. El viento soplaba y yo recitaba a Blake, a Eliot, a Wordsworth, traducía y de repente saltaba en mi lengua un verso de Morábito, de Bonifaz Nuño, Lizalde o Pacheco y al final la marea de mis propios desvelos. [Nota al pie: por eso tengo los amigos que tengo, por pasar las noches en vela entre versos.]


El viento sigue, sostenido. La noche es amplia; soy un arpa eólica, nada puede silenciar el gozo de la serenidad expectante.
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In Memoriam Colin White

5:31 PM


“Su muerte era algo que nadie esperaba,
porque era un hombre muy fuerte, de gran resistencia
y siempre salía de estas cosas.
En buena medida, él sigue siendo el mentor de todos nosotros,
además de un modelo a seguir”
.
Gabriel Linares en entrevista para La Jornada




En sólo un semestre él definió mi gusto por Keats, Byron, Shelley, Coleridge, pero sobre todo Wordsworth.

Alguna vez desayunamos juntos en la cafetería de la Facultad de Filosofía y Letras. Le pregunté, de manera más sutil, si cuando llegó a México se sintió como algún personaje de las novelas de Graham Greene; se rió y me dijo que en una edición de The Lawless Routes la portada es una foto de la casa de su cuñada. Otra ocasión hablamos sobre poesía; me dijo que debemos estudiar los poemas que nosotros mismos escribimos como estudiamos los de los grandes poetas de la antología, que al escribir debería pensar si alguien más puede entender el poema cómo yo lo entiendo. Me preguntó a qué se dedicaban mis padres. Le dije que mi papá tiene cuatro taxis y trabaja en el metro. Me dijo que mi padre es un capitalista del transporte, pero inmediatamente objeté y le expliqué que mi padre nos dejó sin carro para hacerlo taxi y ya después de algunos años se fue haciendo de los demás conforme el negocio prosperaba. Entonces me dijo que yo era como Keats, “son of a hostler”.

Me contó que había sido minero y leñero, que su primer trabajo fue en un periódico de Londres mientras los nazis la bombardeaban, que le gustaban los barcos. Me preguntó si había trabajado y le dije que alguna vez trabajé en un telemarketing; me dijo que esa basura de empleo era algo por lo que mucha gente de mi generación pasa, que hasta su hija había trabajdo en eso. Muchas otras veces me regañaba, decía que debería estar leyendo en la biblioteca en vez de estar fumando en los pasillos de la facultad. Una vez discutimos sobre el Ulysses de Joyce, me dijo que el monólogo de Molly Bloom le parecía masculino y que si ya había fracasado leyendo esa novela debería esperar a madurar un poco para leerla, que hay un tiempo para leer cada libro, que cuando fuera más grande disfrutaría más algunos.

Todas aquellas ocasiones en realidad fueron pocas, sin embargo en todas aprendí mucho de Mr. White. Muchas gracias por todo Colin, donde quiera qué estés, te extrañaremos. Yo seguiré leyendo estos poemas en voz baja, porque cada vez que los leo en mi mente suena tu voz (y tos) sobre los pentámetros yámbicos.

`God save thee, ancient Mariner !
From the fiends, that plague thee thus !--
Why look'st thou so ?'--With my cross-bow
I shot the ALBATROSS.

From “The Rhyme of the Ancient Mariner”, Coleridge

Fade far away, dissolve, and quite forget
What thou among the leaves hast never known,
The weariness, the fever, and the fret
Here, where men sit and hear each other groan;
Where palsy shakes a few, sad, last gray hairs,
Where youth grows pale, and spectre-thin, and dies;
Where but to think is to be full of sorrow
And leaden-eyed despairs,
Where Beauty cannot keep her lustrous eyes,
Or new Love pine at them beyond to-morrow.

From “Ode to a Nightingale”, Keats

FIVE years have past; five summers, with the length
Of five long winters! and again I hear
These waters, rolling from their mountain-springs
With a soft inland murmur.--Once again
Do I behold these steep and lofty cliffs,
That on a wild secluded scene impress
Thoughts of more deep seclusion; and connect
The landscape with the quiet of the sky.

From “Tintern Abbey”, Wordsworth

There was a Poet whose untimely tomb
No human hands with pious reverence reared,
But the charmed eddies of autumnal winds
Built o'er his mouldering bones a pyramid
Of mouldering leaves in the waste wilderness:
A lovely youth,--no mourning maiden decked
With weeping flowers, or votive cypress wreath,
The lone couch of his everlasting sleep:
Gentle, and brave, and generous,--no lorn bard
Breathed o'er his dark fate one melodious sigh:
He lived, he died, he sung in solitude.
      From “Alastor”, Shelley

A damsel with a dulcimer
In a vision once I saw:
It was an Abyssinian maid,
And on her dulcimer she played,
Singing of Mount Abora.
Could I revive within me
Her symphony and song,
To such a deep delight 'twould win me
That with music loud and long
I would build that dome in air,
That sunny dome! those caves of ice!
And all who heard should see them there,
And all should cry, Beware! Beware!
His flashing eyes, his floating hair!
Weave a circle round him thrice,
And close your eyes with holy dread,
For he on honey-dew hath fed
And drunk the milk of Paradise.

From “Kubla Khan”, Coleridge

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She Was a Phantom of Delight

2:37 PM
And now I see with eye serene

The very pulse of the machine;

A being breathing thoughtful breath,

A traveller between life and death:

The reason firm, the temperate will,

Endurance, foresight, strength, and skill;

A perfect Woman, nobly plann'd

To warn, to comfort, and command;

And yet a Spirit still, and bright

With something of an angel light.

William Wordsworth

Entré al cybercafe. Ella estaba ahí, como un fantasma, precisamente en la computadora junto a la que me dijeron podía usar. Al principio no la reconocí, pero la noté; su sola presencia la hace atractiva para mí. Ella me miró, con la indiscreción que lo termina delatando a uno cuando quiere pasar desapercibido. Repetí el mismo gesto que ella; entonces confirmé que era ella, recordé su nombre, sus besos, sus caricias. No dije nada. Revisé mi mail y la falta de comentarios de mi blog. Volvimos muchas veces durante diez minutos. Yo seguía sin decir nada. Hace dos años que no la veía; hace año y medio me llamó por teléfono; hace un par de meses creía haberla visto mientras caminaba solo por Miguel Ángel de Quevedo luego de comprar libros.

No le dirigí una sola palabra, aunque cuando salió me dieron ganas de gritar su nombre y decirle que me esperara. En cualquier otro día al menos hubiéramos platicado toda la tarde sobre lo que hemos hecho en los tres años que llevamos sin vernos; pero hoy me duele la cabeza después de haber pensando mucho tiempo cómo sería el mejor final (ya que no pudo ser feliz al menos tenía que ser memorable) para otros cuentos más largos, menos intermitentes y abrumadores como no ha sido la concatenación de microficciones que tejemos ella y yo.



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The Wordsworthian Brel

12:48 PM

"Mon Enfance"

Mon enfance passa

De grisailles en silences

De fausses révérences

En manque de batailles

L'hiver j'étais au ventre

De la grande maison

Qui avait jeté l'ancre

Au nord parmi les joncs

L'été à moitié nu

Mais tout à fait modeste

Je devenais indien

Pourtant déjà certain

Que mes oncles repus

M'avaient volé le Far West

To hear while reading The Prelude

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Eliud C. Delgado: poeta, traductor & flâneur/lector de comics y melómano indie/medio geek/cultivador de las intertextualidades dispares//Regala PDFs// Antologado en Paraíso en llamas (Literal, 2008) y Perduración de la palabra (Facultad de Filosofía y Letras UNAM, 2008)

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