Canciones viejas, canciones nuevas
4:59 AMAlgunas vuelven,
igual que un viejo amigo
al que no has visto en años.
Te recuerdan
lo inocente que eras,
la facilidad
con que te impresionabas
y los rostros
que jamás veras,
de nuevo,
las escuchas
y descubres que no entendías
porqué advertían que el corazón
es un hogar pequeño
al que le caben pocos
y no puedes invitar a todos,
su llave te la encuentras tirada
y nunca sabes qué habrá tras la puerta.
Otras las encuentras a diario,
pero nunca prestas atención a sus palabras
hasta que te acompañan
en la hora de las coincidencias
y se vuelven tus amigas,
invisibles hasta que las necesitas
una noche, cuando en segundos
vislumbras el sentido de su letra
mientras el sonido
se desvanece en un abrazo
que te regala más canciones,
que al pasar el tiempo preguntan:
"¿Te acuerdas?,
¿Te acuerdas,
de la noche
en que nos conocimos?",
y te prometen cruzar
abismos azules de noche
para repetir el abrazo.
Es curioso,
mientras intentas olvidar
el fade out que espera
tras el último coro
o el último solo,
poco a poco
tus oídos se desgastan
y las canciones nuevas
envejecen de camino al silencio.
Invitación/ Nuevo poema (robado de una galería)
12:53 AMDevrayativa invita a
Mujer desnuda descendiendo al ruido blanco #1
Mujer(es) desnuda(s) descendiendo frente al espejo
autorretrato desnudo descendiendo las escaleras
Mujer desnuda descendiendo al ruido blanco #2, el pervertido del autorretrato la sigue hasta que se tropieza con un montón de basura que desde esa noche llama "readymade #1"
Huracán en vaso
7:03 PM
mientras su mente se atormenta
con nubes de color casi ajeno:
inhala, exhala: el silbido del ojo
de un huracán categoría cinco:
falsa calma, pausa medular,
en medio de furia húmeda
que se precipita entre párpados
bajo fango de maquillaje,
cayendo a sus mejillas
en aludes negros
cuando continua la tempestad:
con certeza destructiva
en su garganta vibra el trueno
que contiene apretando los dientes:
relampaguea en sus ojos
una revancha contra un solo hombre,
él, ofreció perlas de lluvia
traídas de países desérticos,
en cada una escribió la letra
de alguna canción insulsa;
todos los alfabetos
para regalarle
en una canica
todo el Universo;
él, en otra esfera improbable
proyectó películas biográficas:
las de su poeta favorita,
siempre con final suicida,
y las cintas quiméricas
sobre la vida que compartirían;
él, perla a perla fue despertando
a las sirenas que cantan la locura
en los mares de su mente;
él, calentó las aguas, agitó los vientos
cada vez que juró comprender la demencia,
tener poder de racionalizar la locura;
él, en vez de soledad
sólo le ofreció más perlas:
más nubes, más lluvia, más viento
que ya no es brisa reciproca,
cuando sólo quedan ostras
vacías de restaurantes polvorientos,
sino vendaval que alimenta
la tormenta donde ella se ahoga.