Sometimes Lovesongs Don't Seem So Silly
3:22 AMQuand on n’a que l’amour
à s’offrir en partage
au jour du grand voyage
qu’est notre grand amour;
quand on n’a que l’amour,
mon amour toi et moi,
pour qu’éclate de joie
chaque heure et chaque jour;
quand on n’a que l’amour
pour vivre nos promesses
sans nulle autre richesse
que d’y croire toujours
L'homme dans la cité
12:36 AMen las
Jornadas de Otoño 86
de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM
Por mucho tiempo me pensé inexorablemente urbano. Soy defeño de tercera generación por línea paterna y de cuarta generación por línea materna. Mi familia, durante el siglo pasado, atestiguó como San Ángel paso de ser el pueblo recóndito más allá de lo que mi bisabuelo —quien nació en Coyoacán, además de vivir después en la Guerrero y en Portales— llamaba los caminos mortales de Santo Domingo y Copilco a ser la zona comercial aledaña a la Universidad.
En sus niñez mis padres consideraban a Tlahuac una aldea lejana fuera de la ciudad; no imaginaban que al cabo de un par de décadas la autopista que llevaba al mencionado pueblo sería una avenida y comprarían una casa a dos cuadras de la misma. El lugar que llamo hogar, desde que tengo uso de razón, tiene al centro de Tlahuac y a San Ángel como puntos equidistantes.
Ambos puntos han marcado, a mis ojos, la dicotomía de la ciudad. Veinte minutos de camino en dirección a San Ángel me llevan a Taxqueña, punto de partida hacia donde quiera que lleve el metro —con sus vendedores de discos que siempre derrotan a mis audífonos con sus bocinas escupecumbias—, el microbús —que sale en varias rutas a casi cualquier lugar del sur de la ciudad desde paraderos aromatizados con miados— o incluso fuera de la urbe en un pullman de la Central Camionera —donde hay mingitorios baratos para quien ande cerca, aunque no lo sepan los microbuseros.
Hacia el otro extremo no son necesarios veinte sino quince minutos para recordar la advertencia de Axl Rose “Welcome to the jungle”, es decir a San Lorenzo Tezonco, hogar del Reclusorio Oriente (donde residen celebridades como el Poeta-caníbal de la Guerrero y la Mataviejitos), barrio proveedor, entre otras monerías, de piratería y casas de seguridad para secuestradores, cuya hospitalidad ya probaron las hermanas de Thalía y Rubén Omar Romano cuando era técnico del Cruz Azul.
Esos pueblos devorados por la ciudad pueden dar grandes muestras de generosidad. En sus ferias demuestran ser grandes anfitriones. Pero también pueden ser hostiles e intolerantes. Su sentido de identidad está basado en la dicotomía entre el hombre de la ciudad y el hombre del pueblo devorado por el demonio de asfalto y hierro. La cercanía a esos pueblos siempre fue para mí sólo eso, cercanía. Y a pesar de la cercanía sólo ahí me he sentido extranjero. Son lugares por los que siento más un gran respeto que el ya tan mediatizado temor a la inseguridad. Pensar en esos lugares me implica pensar en lo que no soy; son lugares en los cuales, por es simple hecho de no pertnecer, he sentido, paradojicamente en el umbral entre pueblo y ciudad, la hostilidad citadina que refiere Jacques Brel al final de "L'homme dans la cité":
Aujourd'hui tu marches dans Paris les femmes sont ensanglantées
Huracán en vaso
7:03 PM
mientras su mente se atormenta
con nubes de color casi ajeno:
inhala, exhala: el silbido del ojo
de un huracán categoría cinco:
falsa calma, pausa medular,
en medio de furia húmeda
que se precipita entre párpados
bajo fango de maquillaje,
cayendo a sus mejillas
en aludes negros
cuando continua la tempestad:
con certeza destructiva
en su garganta vibra el trueno
que contiene apretando los dientes:
relampaguea en sus ojos
una revancha contra un solo hombre,
él, ofreció perlas de lluvia
traídas de países desérticos,
en cada una escribió la letra
de alguna canción insulsa;
todos los alfabetos
para regalarle
en una canica
todo el Universo;
él, en otra esfera improbable
proyectó películas biográficas:
las de su poeta favorita,
siempre con final suicida,
y las cintas quiméricas
sobre la vida que compartirían;
él, perla a perla fue despertando
a las sirenas que cantan la locura
en los mares de su mente;
él, calentó las aguas, agitó los vientos
cada vez que juró comprender la demencia,
tener poder de racionalizar la locura;
él, en vez de soledad
sólo le ofreció más perlas:
más nubes, más lluvia, más viento
que ya no es brisa reciproca,
cuando sólo quedan ostras
vacías de restaurantes polvorientos,
sino vendaval que alimenta
la tormenta donde ella se ahoga.
The Wordsworthian Brel
12:48 PM"Mon Enfance"
Mon enfance passa
De grisailles en silences
De fausses révérences
En manque de batailles
L'hiver j'étais au ventre
De la grande maison
Qui avait jeté l'ancre
Au nord parmi les joncs
L'été à moitié nu
Mais tout à fait modeste
Je devenais indien
Pourtant déjà certain
Que mes oncles repus
M'avaient volé le Far West
To hear while reading The Prelude
Le Moribond
7:48 PM***
En realidas Jacques Brel era de Belgica, aunque su gran éxito fue en Francia.
El subtitulaje es poco certero pero cumple bien su cometido, de la misma manera que esta canción no contiene todos los fantasmas que rondan por mi azotea estas noches pero me hace temerles menos.
Adios, mujer. Moriré. Cuesta trabajo morir cuando los arboles son frondosos, ¿sabes? Pero cierro los ojos para siempre mientras el campo florece. ¿Te das cuenta, mujer, que aún antes de morir he pasado mucho tiempo sin ver? Confío en que serás feliz y sabrás cuidar mi alma.
Rían a carcajadas, bailen toda la noche. Quiero una gran fiesta. Quiero que rían, que bailen; diviértanse mientras me devuelven al polvo.
Como en la anterior, la traducción al inglés
***
En los 70’s se le ocurrió a un canadiense grabar una versión en inglés de esta canción. Para volverla parte de lo que hoy es el catálogo de Universal Estéreo fue necesario endulzar la letra y utilizar efectos que al paso de los años dan más risa que sorpresa. El resultado, la espantosa “Seasons in the Sun” de Terry Jacks. Sé que han pasado por la pena de escucharla, para compensarlos les dejo este cover, mucho más digno, de Beirut.
Ne me quitte pas!
10:34 AM
Les presento a Jacques Brel
Quédate conmigo.Te daré perlas de lluvia traídas desde países donde nunca llueve.
Quédate conmigo. Incluso tras la muerte revolveré la tierra para cubrir tu cuerpo de luz y oro. Inventaré palabras insulsas que entenderás. Te contaré una historia sobre amantes que dos veces sintieron arder el centro de su carne, y otra más del rey de una tierra seca que te busca para romper la maldición pronunciada por el trueno.
***