Pronto el 2008 va revelando su cara. Este año tendremos recesión económica, elecciones gringas, olimpiadas chinas y continuará la invasión de los emos. No pretendo ser adivino, así fue enero y así seguirá, más o menos, todo el año.
Este año devrayativa puede dejar de ser una broma y comenzar a sustentarse por los textos de cada uno de sus miembros; eso junto con la inminencia de mi situación académica me tiene en una agradable perplejidad: siempre el último trecho a tierra firme es el que exige navegar con más cuidado.
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Desde noviembre/ diciembre el insomnio ocupa la recurrencia que antes ocupaban mis sueños. He intentado leer el Finnegans Wake al cubrir el requisito que Joyce pedía para el lector ideal del libro (tener insomnio, pues), también lo he intentado con The Fight Club pero como ambos libros sólo los tengo en versión electrónica mis vigilias se han enfocado en mi vena creativa/ confesionaria que produjo el siguiente borrador}
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Esta noche nos abrió los ojos
“If music be the food of love, play o
Twelfth Night
Cantamos hasta casi ver el amanecer. No estábamos tristes, la canción nos delataba: sólo fingíamos felicidad, de otra forma no lo confesaríamos. En soledad llegamos y nos vamos, cada quién con deseos que se ahogan muy pronto, mientras la noche nos abre los ojos.
Nos han contado muchas mentiras miserables. Al final nos preguntamos si escucharlas nos hizo cambiar…
Por eso salimos esta noche, sin deseos de regresar a casa: venimos a donde la gente se ve viva bajo las luces: bebimos y escuchamos las canciones que salvaron nuestras vidas, porque sólo al cantarlas al unísono podemos contar que redimimos a dios por darnos tanto deseo y tanta soledad, que nuestra suerte viciaría la buena voluntad y las piedras bajo los puentes nos gritan “aviéntate”; entonces tenemos certeza:
aunque sea de labores fallidas alimento,
esta noche la música es luz que no se apaga.
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