le passé est un animal grotesque: Coordinación a través del espejo (reflejo de traducción, regado de epígrafes)

Mi relato será fiel a la realidad o, en todo caso, a mi recuerdo personal de la realidad, lo cual es lo mismo.

“Hay quien dice que el amor es un niñito,
y quien dice que es un ave;”

–Soy feminista –dijo–. No quiero remedar a los hombres...

…bailamos en el espejo de los parias, a murmullos vertí en tu piel cada nota matinal que recopila tu nombre y los años-desiertos que atravesé al buscarte.

“¿Se ve como un par de pijamas
o cómo el jamón de un bar sobrio?
¿Su olor recuerda el de un camello
o tiene un aroma confortable?”

Me dijo que le gustaba salir a caminar sola.

Recordé una broma de Schopenhauer y contesté:

–A mí también. Podemos salir juntos los dos.

Siempre quise pertenecer a una tierra sin lugar,

“¿Es áspero su borde o en realidad muy suave?
Ah, cuéntame la verdad del amor.”

no importan las heridas que causó el camino ni lo extraño que parezcan los paisajes del desastre que atraviesa para guiarnos a las primeras horas que pasamos a solas.

Tomados de la mano seguimos.

–Todo esto es como un sueño –dije– y yo nunca sueño.
–Como aquel rey –replicó Ulrica– que no soñó hasta que un hechicero lo hizo dormir en una pocilga.

Agregó después:

–Oye bien. Un pájaro está por cantar.

“Nuestros libros de historia
lo citan en notas indescifrables;”

No importa que existan los abismos que acechan nuestras pesadillas, sino que puedas atravesarlos y llevarme a tus labios.

–Yo querría que este momento durara siempre –murmuré.
–Siempre es una palabra que no está permitida a los hombres –afirmó Ulrica...

“¿Cuando llegue vendrá de improviso
mientras me pico la nariz?
¿Me tocará la puerta en la mañana
o me pisará los talones en el camión?”

Yo también quisiera cruzar la noche y dejar que mis ojos vean con los tuyos, y las miradas se confundan mientras al uníviso vencen el miedo…

“¿Llegará como un cambio del clima?
¿Su saludo será cálido o frío?
¿Cambiará el rumbo de mi vida?
Ah, cuéntame la verdad del amor.”

El aposento oscuro era bajo, con un techo a dos aguas. El esperado lecho se duplicaba en un vago cristal y la bruñida caoba me recordó el espejo de la Escritura. [...] Ya no quedaban muebles ni espejos. No había una espada entre los dos. Como la arena se iba el tiempo...

y se cuentan historias de un norte antiguo al construir otra que sólo al atravesar el espejo se intuye.